domingo, 25 de agosto de 2013

Te Conoci...

Nos quedamos mirando 5 segundos.
—¿Quien eres? — preguntó, con voz grave y masculina.
— Eh, soy Annie, estaba paseando — me sacudí el cabello levemente y caí en cuenta de que no me había peinado....
El me miró de pies a cabeza.
— ¿Con una venda en la pierna?
— ¿Tú lees con una venda en la cabeza?
El sonrió.
— Touché — expreso, con acento francés, perfecto acento francés. Sentí envidia por su forma de imitarlo.
— ¿Como te llamas? — pregunté, ahora, sentándome en una silla cerca de su cama.
— Stephen, solo eso.
— ¿Por qué estás aquí?
— Problemas con la ley — subió una ceja.
— Eso no parece impresionante — dije poniendo los ojos en blanco.
— A mi no me impresiona tu venda en la pierna ¿Te caíste en la escuela?
—No, me atropellaron.
— Pudiste haber dicho "tuve una riña en la escuela" — él dejo el libro a un lado de la mesa. Su brazo estaba lleno de contusiones moradas.
— No quiero impresionarte — dije agitando mi cabello, claramente enredado.
— Me pareces conocida ¿Eres de por aquí? — se acomodo más en la cama y quedo en una posición en donde sus ojos llegaban directamente a los míos. Me dieron escalofríos.
— He vivido toda mi vida en esta ciudad.
— Creo haber nacido aquí, mudarme a Inglaterra, después a Francia, después no recuerdo y ahora estoy acá — suspiró — ¿Cuantos años tienes?
— 14 años, tendré 15 en Abril ¿Tú?
— 18 años, no te diré mi cumpleaños, mucha información confidencial — me guiño un ojo. Quizás ahora no me agradaba tanto este chico.
— ¿18? ¿Que haces en este pabellón? Pareces de 20.
— ¿Me estas diciendo viejo? — se toco su pecho. Un gesto de burla, jum.
— Yo pregunte primero — me quejé
— Bueno, pedí que me pusieran en un lugar en donde me sintiera cómodo. No quería estar entre gente arrogante o demasiado vieja. Y bueno, creo que estoy envejeciendo rápido físicamente.
— ¿Y tus padres?
Me miro con el ceño fruncido.
— Soy mayor de edad, estoy grande para que mis padres me vigilen ¿No crees?
Moví la cabeza con aprobación. Bien, este chico parecía conocido, buena onda y independiente. Me gusta su actitud, bueno, en su mayoría.
— Como sea ¿Te conozco de otra parte? — pregunte. Se parecía a Ethan, al menos en los ojos y quizás en la forma de hablar, aunque cualquier otro chico puede tener ojos así y la misma actitud. Vamos Annie, no seas paranoica.
— Quizás me viste en las noticias o en el diario — me dio una sonrisa arrogante.
Algo paso por mi cabeza.
— ¿Annabeth Blake? Tiene que volver a su habitación, tiene chequeo medico — anunció una enfermera a espaldas mías. Mierda, una idea estaba en mi mente, clara como el agua y ahora se iba.
— Será mejor que te vayas, Annie — Stephen sonrió de forma maliciosa, quizás podría compartir con él mientras me encontraba aquí.
Me paré y salí de la habitación. Mientras caminaba intentaba relacionar.
Chico extraño.
Noticias.
Diario.
Ojos turquesas.
Hospital.
Ethan.
¿Algo se relacionaba?
No pude seguir pensando, entre a mi habitación con la mente confusa y la sonrisa del doctor Hudec, un doctor canoso con ojos grises y gordito —daba la apariencia de ser Santa Claus— al lado de mi cama de hospital me daba terror.
Mi madre estaba tejiendo en un sillón, al verme lanzo una mirada reprobatoria. Oh ¿Cuando llegó?
Esto era raro, me empezó a dar picazón en manos y codos.
El doctor me indico que me sentara. Saco una lucecita y me alumbro los ojos.
— ¿Donde estabas? — Pregunto mi madre. Yo intente ignorarla.
— Con el paciente Claude Edwards, no tema, no tiene nada contagioso — la enfermera, una rubia con pequitas pequeña y risueña que ahora me parecía fastidiosa le respondió.
¿Claude Edwards? ¿Que carajo


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